EL COMITÉ NACIONAL RESPONDE AL COMUNICADO DE AECOC

Durante la pandemia, como toda la sociedad española ha podido comprobar, el trabajo  de las empresas de transporte fue vital para asegurar el suministro de todo tipo de  bienes y servicios (alimentos, material sanitario y otros), que, de haber faltado,  hubieran provocado un colapso social y económico irreversible. 

Pues mientras los transportistas trabajaban en condiciones muy difíciles, siendo  conscientes además de que era imposible hacer rentable una actividad en la que la  necesidad de mantener el abastecimiento disparó los costes de manera desorbitada,  nuestros clientes empresas cargadoras nos seguían presionando para bajar aún más los  precios; no dejaban entrar a nuestros conductores en sus instalaciones para cubrir sus  necesidades higiénicas más básicas, no les fueran a contagiar el coronavirus, pero les  seguían obligando a cargar y descargar los camiones o jugaban a su conveniencia con  los tiempos de espera, mientras presionaban al Gobierno para que aumentara la  capacidad de carga de los camiones que es, desde hace años, su única y exclusiva preocupación. 

De hecho, su asociación representativa AECOC parece haber olvidado que todas las  mesas de negociación que compartimos durante años para intentar resolver la  problemática de deterioro empresarial que sufría el sector transporte de mercancías  por carretera, fracasaron siempre por su permanente obsesión por mantener la  posición de dominio de mercado de los cargadores sobre los transportistas, bajo la  falsa premisa del pacto entre las partes, que en nuestro caso siempre ha consistido en  que los clientes imponían sus condiciones a su antojo, aprovechándose de la escasa  capacidad de negociación de las empresas de transporte, autónomos y pymes en su  mayoría. 

Dicho esto, nos parece inaudito que los cargadores critiquen el acuerdo suscrito por  las asociaciones de transporte que componen el CNTC con el Ministerio de  Transportes el pasado mes de Diciembre, en el que de lo que se habla  fundamentalmente es de dignificar una profesión en la que ellos, con sus malas  prácticas, son los principales causantes de su deterioro, y de hacer rentable una  actividad olvidando que también son ellos los que, aprovechándose de esta posición  de dominio, más contribuyen a envilecer las condiciones del mercado en beneficio  propio. 

Queremos aclarar que no es cierto que no hayan estado presentes en las negociaciones  pues, desde el comienzo de las mismas, han dedicado todos sus esfuerzos a  dinamitarlas con contactos directos en las altas instancias de los distintos ministerios  

implicados, intentando boicotear que se alcanzara un acuerdo histórico para el sector  transporte, en palabras de la propia ministra de Transportes, Movilidad y Agenda  Urbana, Raquel Sánchez, el mismo día de su firma.  

En este sentido, queremos recordar que el compromiso del Gobierno con el sector del  transporte es firme ya que no solo está firmado por la propia ministra, sino que ha  tomado cuenta del mismo el Consejo de Ministros.  

Alcanzar este acuerdo no ha sido fácil y, tal y como ocurre en todas las negociaciones,  hemos tenido que asumir posturas contrarias. Al final, todas las partes supimos  concretar y materializar un compromiso justo que contiene tanto medidas  encaminadas a mejorar las condiciones laborales de los conductores, como a  equilibrar las relaciones de los transportistas con sus clientes, los cargadores, y a  aportar cierto músculo a las empresas de transporte a fin de garantizar su  supervivencia.  

Además, se trata de un acuerdo que beneficia a todas las empresas del sector,  independientemente de su tamaño, aunque bien es verdad que eran los autónomos y  las pymes, que en este sector representan el 80% del tejido empresarial, los que más  necesitaban de herramientas normativas que les permitieran defenderse en el mercado,  como son, por ejemplo, la prohibición de que los conductores carguen y descarguen  o la cláusula obligatoria de revisión de sus tarifas por el precio del gasóleo. Otras  medidas, como la no implantación de peajes, la reducción de los tiempos de espera de  dos horas a una, el mantenimiento del gasóleo profesional o la lucha contra la  competencia desleal, son medidas transversales que afectan a todos, grandes,  pequeños y autónomos, por igual. 

En definitiva, estas medidas deben servir para poner encima de la mesa soluciones  efectivas que permitan a las empresas de transporte sobrevivir y adaptarse y  dimensionarse a las nuevas realidades de un mercado que va a crecer favorecido por  el necesario rebote de la economía y por los nuevos hábitos de consumo. Desde el  CNTC vamos a trabajar, de hecho, ya lo estamos haciendo, no solo para que se cumpla  todo lo acordado, sino para que se haga en el tiempo marcado, que es el mes de  febrero, porque las empresas de transporte necesitan que estas medidas se apliquen,  pero sobre todo que lo hagan de forma inmediata para que se garantice su  supervivencia.

Lamentablemente, tendremos que hacerlo con la oposición de asociaciones de  cargadores como AECOC, que si nos aplaude y reconoce como sector esencial lo hace  porque las palabras son gratuitas y no les cuesta dinero, porque cuando se trata  realmente de dignificar al sector y tratarlo en consecuencia a ese reconocimiento, entra  en juego la cuenta de resultados y pone en marcha todos sus mecanismos de poder  para que se perpetue el abuso sobre el más débil de la cadena y poder así seguir  asegurándose sus márgenes a costa de los transportistas. 

En Madrid a 15 de febrero del 2022

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